MELODÍA ENCADENADA

Los zapatos vacíos llenaban la tienda, y a las once en punto salían a bailar. A veces, los vestidos también se animaban, aunque hay que decir que no se coordinaban muy bien… especialmente en ritmo. A mí me gustaba bajar a la tienda y verlos y, si estaba animada, unirme al baile. En la trastienda superior me aburría mucho y no entendía por qué no podía bajar de día ni salir de noche. Qué `poca consideración con los maniquíes antiguos, pensaba… cualquier día me harto y lo paga otra encargada y ya van siete. Uff, ya me huele a sangre…

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